Habituales compañeros en mesas y reuniones familiares, también son favoritos de muchos niños y jóvenes. Sin embargo, contienen ingredientes que, ingeridos en grandes cantidades y por mucho tiempo, pueden causar daños a la salud. ¿La razón? Siga leyendo
Por: Efraín Castillo
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No se trata de satanizarlos ni mucho menos de armar una cruzada contra ellos, pero está claro que los refrescos o gaseosas azucaradas pueden ser un dolor de cabeza para nutricionistas y médicos. Diversos estudios confirman que su ingesta excesiva -así como la de alimentos altos en grasa y sal- está asociada con el sobrepeso y la obesidad, problemas que según la Organización Mundial de la Salud sufren más de 1400 millones de personas y son el quinto factor de riesgo de muerte en el planeta.
Pero, ¿por qué generan tanta preocupación los refrescos? Claret Mata, licenciada en nutrición y dietética de la Universidad Central de Venezuela y consultora nutricional, lo resume de esta manera: «Los refrescos o gaseosas son bebidas endulzadas, saborizadas, acidificadas y cargadas de dióxido de carbono. En otras palabras, una mezcla de agua con azúcar, ácidos y colorantes que sólo aporta calorías vacías, es decir, proporciona gran cantidad de energía pero sin agregar proteínas, ácidos grasos esenciales, vitaminas o minerales necesarios para un funcionamiento adecuado y saludable del organismo».
Según la especialista, un vaso de refresco de 250 ml contiene 24 gramos de azúcar, unas 8 o 10 cucharaditas de este endulzante. «Esto equivale a entre 480 a 600 calorías por cada vaso. Para que tengan una idea, el Instituto Nacional de Nutrición establece que una persona adulta sana debe ingerir al día unas 2300 calorías, de las cuales sólo 10% debe ser proporcionado por el azúcar simple, es decir, 230 calorías o dos cucharaditas. Nada más tomando un vaso de refresco se está sobrepasando esa necesidad diaria. Lo peor es que mucha gente consume hasta un litro, con lo que eso supone».
¿El dato no atrapa su atención ni lo alerta? Entonces tome nota de los siete peligros que Claret Mata enumera como los más comúnmente asociados a un desmedido consumo de las dulces y atractivas gasesosas que tanto atrapan a grandes y pequeños.
1. OBESIDAD: «Muchos investigadores han determinado que la ingesta de bebidas gaseosas y de otras bebidas endulzadas con azúcar común o jarabe de maíz alto en fructosa (que también es otro ingrediente propio de los refrescos) es factor determinante en la epidemia de sobrepeso y obesidad. Adicionalmente, cuando el azúcar se consume en forma líquida –como es el caso de las bebidas de este tipo- no se produce sensación de saciedad, lo que hace que la gente consuma más y más, aumentando su ingesta calórica».
2. DIABETES: «Por su alto contenido de azúcar simple, los refrescos tienen alto índice glicémico, es decir, tienen la capacidad de elevar rápidamente los niveles de azúcar en sangre. Esto trae como consecuencia una mayor liberación de insulina lo que a la larga puede llevar a que el páncreas se debilite o el organismo desarrolle resistencia a la insulina, pasos previos para que se produzca la diabetes mellitus tipo 2 y los trastornos metábolicos asociados».
3. HIPERTENSIÓN: «Algunos refrescos contienen altas cantidades de sodio, alrededor de unos 15 o 20 miligramos por litro. Está comprobado que el sodio incide en el aumento de la tensión arterial, lo que aumenta los riesgos de episodios cardiovasculares a mediano o largo plazo».
4. OSTEOPOROSIS Y OSTEOPENIA: «La ingesta de calcio es fundamental durante toda la vida para promover la salud ósea, pero muy especialmente en la niñez, adolescencia y juventud, pues en estos períodos se da el crecimiento óseo, lo que quiere decir que la mineralización ósea es mayo. Las gaseosas contienen gran cantidad de ácidos, sobre todo el ácido fosfórico y acidulantes. Esto dificulta la absorción del calcio y por lo tanto a mediano plazo puede producirse la reabsorción ósea y verse disminuida la mineralización del hueso».
5. PROBLEMAS DENTALES: «La mayoría de las gaseosas contienen acidulantes y ácidos que al entrar en contacto con el esmalte dental causan erosión del mismo. Además, las altas concentraciones de azúcar sirven de alimento a la bacterias que forman parte de la flora bacteriana bucal, metabolizando lo que son los carbohidratos y formando ácidos orgánicos. Estos ácidos bajan el PH de la placa dental lo que va a favorecer que se disuelva la estructura del esmalte de los dientes y que se produzcan caries».
6. PROBLEMAS GÁSTRICOS: «El contenido, tanto de ácidos como de azúcar que tienen los refrescos son irritantes de la música gástrica. Favorecen la excreción de ácido clorhídrico por parte de las células estomacales, aumentando así el riesgo de gastritis o exacerbando esta condición en las personas que ya la padezcan».
7. ELEVACIÓN DE TRIGLICÉRIDOS. «Algunas de las bebidas azucaradas y aquellas que contienen fructosa se metabolizan rápidamente en el hígado. Ese camino metabólico lleva en el tiempo a umento de los triglicéridos en sangre y a una disminución del llamado colesterol bueno». Está demostrado que la hipertrigliceridemia contribuye con la obstrucción de las arterias y aumenta el riesgo de eventos cardiovasculares y cerebrovasculares, incluyendo infartos o derrames cerebrales.
Partiendo de esto, ¿cuánto consumo es seguro para evitarse problemas médicos a mediano o largo plazo? «El mínimo posible -dice la nutricionista. Un vaso a la semana o cada quince días es suficiente. Se puede sustituir el consumo de refrescos por jugos naturales, preferiblemente sin azúcar y no empacados, así como limonada e infusiones de manzanilla, tilo, flor de Jamaica fríos que son también refrescantes. Pero lo ideal y lo más sano es que la gente tome mucha agua. Es lo único que sacia la sed y es totalmente sana. Si la persona no tolera el agua simple, puede añadirle en casa unas gotas de limón o de naranja para saborizarla un poco».
Mata también alerta respecto a las aguas saborizadas y los llamados refrescos light con edulcorantes artificiales. «Ciertamente no contienen azúcar y representan una ventaja para protegerse de la diabetes o la obesidad, pero no se deben consumir sin conciencia o control, porque otros ingredientes como el ácido fosfórico, los acidulantes y el sodio siguen estando presentes en su composición por lo que hay riesgo de sufrir los otros problemas como gastritis, osteoporosis y problemas dentales que ya mencionamos. Por su parte, hay que chequear muy bien la etiqueta con información nutricional de las aguas saborizadas disponibles en el mercado. Si contienen alto nivel de sodio, pueden representar un peligro».
Lo dicho: todo exceso es perjudicial. La conciencia y moderación son su mejor aliado. «Educarse nutricionalmente y educar a los niños es una tarea fundamental. Recordemos que ellos son un público consumidor importante de refrescos y otras bebidas azucaradas y una ingesta no controlada de esta bebida puede acerlerar en ellos la aparición de enfermedades metabólicas. Hay que prevenir», finaliza la especialista Claret Mata.
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Excelente aporte de la Lic. Mata en favor de la salud de mucha gente que ama los refrescos y no tienen consciencia del daño que eso representa. Yo tomo ocacionalmente refresco pero despues de haber leido este articulo lo restrigire al maximo hasta eliminarlo por completo que podria ser desde hoy. Cero bebidas gaseosas y embasadas. Desde ahora a comprar frutas y hacer jugos con poco azucar. Gracias