Situaciones difíciles de comprender como el divorcio, la muerte, la inseguridad, la separación (de familiares que se van a vivir a otros países, por ejemplo), los desastres naturales y los accidentes suelen desencadenar crisis de ansiedad en los niños.
La psicóloga infantil Valentina Rodríguez dice que “la ansiedad en los niños es un trastorno muy común, más común de lo que uno cree. Es un trastorno por el cual el niño se preocupa en exceso por miedo excesivo. Hay una diferencia entre éste y el miedo que es evolutivo, es decir, el que va apareciendo en las diferentes etapas del desarrollo de los niños. El miedo generado por la angustia es tan alto que produce un profundo sufrimiento en los niños a tal punto que afecta su funcionamiento en su día a día”.
Aunque parezca sencillo detectar cuándo se podría estar produciendo un problema de ansiedad en un niño, la realidad es que requiere de una observación profesional. ¿Qué pueden hacer los padres? Estar muy atentos a los comportamientos anormales, distintos. Por ejemplo, un niño alegre que de pronto esté triste o un niño extrovertido que se niegue a compartir.
“El problema con este trastorno es que conductualmente no se exterioriza, como sí se exteriorizan otros problemas de la infancia, como por ejemplo el déficit de atención, o la rebeldía, que sí se notan cuando actúan de una manera abierta, pero las conductas de los niños con ansiedad no se ven porque no manifiestan tantas señales para exteriorizarlo”, menciona Valentina Rodríguez.
Sin embargo, “sí hay unas señales que pueden detectar los padres o los maestros, y que pueden indicar la presencia de ansiedad en el niño: dolores estomacales, dolores de cabeza, muchas somatizaciones que hacen que tiendan a enfermarse muy seguido. Obviamente que no estén relacionados con otro trastorno médico o una enfermedad como tal”, aclara la psicóloga infantil.
Como ejemplos nos indica que pueden ser episodios como cuando “el niño se queja injustamente por ejemplo antes de llegar al colegio o bajándose del carro. Otra señal puede ser verlos con seriedad extrema, o tristes, con poco ánimo. También están los que se vuelven muy irritables porque están lidiando todo el día con la ansiedad y al finalizar el día están malhumorados. Otra señal es que el niño se queje y no quiera ir al colegio. O que le cueste dormir en las noches, o que se pase en las noches a la cama de los padres cuando ya es una edad en la que esto no debe ser frecuente, como a partir de los 6, 7 años. O cuando se presentan pesadillas en las noches”, acota.
La experta alerta que muchas veces padres y maestros dejan pasar estas señales de alerta de los niños o las confunden con manipulación, con apego exagerado a los padres, etc. “Muchas veces los padres no identifican estas señales y los niños sufren solos”, sentencia.
Por lo cual, su llamado es a prestar mucha atención a nuestros hijos, especialmente en situaciones difíciles. No creamos que porque son pequeños no se enteran de lo que pasa o no sufren igual que nosotros los adultos.
Por MEB/ A tu Salud
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