El ejercicio como acto motor procura luego de su repetición sistemática, la movilización de energía y la consecuente modificación de alguna de las cualidades fundamentales en el ser humano como la fuerza, resistencia o flexibilidad entre otras. El ejercicio es uno de los dos elementos esenciales para mantener el peso dentro de límites de normalidad. La otra estrategia ubicada en el mismo nivel jerárquico es el adecuado control nutricional basado en una dieta equilibrada. Lo anterior no implica que no existan otras estrategias para mantener el peso dentro de márgenes adecuados sin embargo, es casi un hecho que no son ni por mucho tan adecuados o funcionales como los descritos anteriormente a pesar de que en ocasiones procuran efectos espectaculares.
En esta ocasión, quisiera hablar de algunas relaciones entre el ejercicio con el control de peso especialmente cuando activa una hormona de la que hasta hace no mucho tiempo (1995 a la fecha) se desconocía.
El ejercicio toma diferentes formas o modalidades como por ejemplo la carrera, la natación, el remo, los saltos entre otros. y somete a nuestro organismo a una tensión que puede ser máximo o submáximo con una gran cantidad de intermedios. Cuando el ejercicio genera una tensión de carácter “X” provoca un aumento en la necesidad de obtención de energía y con ello se ponen en marcha vías de adquisición de energía ubicadas en el interior de la célula (citoplasma) y en un órgano especial dentro de la misma conocido como mitocondria. Estas vías o sistemas para la adquisición de energía se basan en la “descomposición” sucesiva de moléculas obtenidas de la dieta especialmente de los hidratos de carbono y lípidos, hasta convertirlos en moléculas muy simples y pequeñas que eventualmente “entraran” a la mitocondria para generar “combustible altamente energético” conocido como ATP, el que será utilizado para ayudar en la génesis del movimiento producido por la interacción de músculos, tendones y huesos relacionados por el sistema articular.
Esta ULTRA abreviación de sucesos complejos observados a nivel celular y sub celular tratan de ubicarnos en un contexto necesario para comprender uno de los mecanismos que hoy se presentan para acercarnos a nuestro peso ideal.
Tradicionalmente hemos considerado al ejercicio como una estrategia necesaria para el control de peso, sin embargo la forma en como lo realizamos ha obedecido a una premisa fundamental. Lo primero que oxido (ocupo o empleo) para la obtención de energía durante el ejercicio son los hidratos de carbono, y es hasta después de 20 a 25 minutos que el umbral de utilización (momento en el que se ocupan en mayor medida) de lípidos o ácidos grasos aparece. Ante este panorama hemos tomado por cierto el realizar ejercicio de larga duración para generar una movilización y ocupación de ácidos grasos y por ende una disminución de peso corporal a expensas de tejido adiposo (“grasa”). Si bien lo anterior es lógico y cierto; ubiquémonos en la realidad. Los pacientes con sobrepeso u obesidad presentan una limitación mecánica para la traslación, una fatiga temprana y una mayor propensión a las lesiones por sobrecarga articular, además de un pobre apego al ejercicio y una menor posibilidad para alcanzar tareas de carácter motor.
Ante esta situación sumada a un entorno donde los tiempos que designamos para nuestra salud cada vez son menores (situación a tomar en cuenta dentro de nuestras reflexiones cotidianas) debemos procurar entender cuál es la estrategia basada en la argumentación científica que mejor nos acerque a la salud vinculada con el control ponderal (de peso)
La adiponectina es una hormona secretada por el propio tejido ADIPOSO que genera un aumento del tránsito de los sustratos energéticos especialmente de los ácidos grasos al interior de la mitocondria a través del incremento de una enzima (AMPK). Esto genera un mayor número de ATPs (moléculas energéticas necesarias para el movimiento) con el consecuente aumento de la capacidad motora.
Esta hormona (adiponectina) se produce y secreta en el tejido graso especialmente en situaciones de alta demanda ante el esfuerzo, es decir cuando se realiza un ejercicio de alta intensidad y baja duración. Su liberación es especialmente intensa en personas con sobrepeso u obesidad sometidas al ejercicio y se presenta pero en una forma menor en los sujetos altamente entrenados.
El conocimiento anterior nos lleva a una estrategia útil y probada científicamente; personas con sobrepeso u obesidad en condiciones para realizar ejercicio sin riesgo o riesgo bajo de evento cardiovascular (previa evaluación por Medico del Deporte calificado o cardiólogo vinculado al deporte) deberían dentro de la estrategia relacionada con el ejercicio, realizar un entrenamiento de alta intensidad en forma intervalica (aplicación de esfuerzo y descansos intermedios) para la disminución de tejido adiposo.
Para la confección de dicho entrenamiento (Hoy en dia conocido como HIIT de sus siglas en ingles High intensity interval Training) se requiere de manera OBLIGADA de un equipo médico (recordemos que estamos frente a un problema de salud en el estado inflamatorio generalizado conocido como obesidad) y un entrenador, sin olvidar por supuesto la tercera arista que involucra al consejo Nutricional.
Soy Ricardo Quezada Médico Cirujano (UNAM) especialista en medicina del deporte (IPN) Especialista en medicina de rehabilitacion (UNAM/INR) coordinador del diplomado ejercicio y salud; titular de las materias Anatomía, Fisiología del ejercicio y fisiología articular en el IPETH (Puebla Mexico). Jefe de servicio del área de Rehabilitación en un Hospital Público en Puebla y Consulto Rehabilitación Deportiva en el recién nacido y nuevo proyecto Sporthabilia. Soy un apasionado del baloncesto, deporte que jugué por casi 20 años asi como del Rock.
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