British husband and wife team, David and Katharine Lowrie, have seven days and seven marathons to run before plunging into the Caribbean Sea and realizing their dream of running the length of South America for its wildlands and wildlife. The world-first bid started on 27 July 2012 in a blizzard on Cabo Froward, the southerly-most point of the continent, just as the Olympic gun resonated through the streets of London. The couple have been running ever since, pulling their trailer, day-on-day, through ice, snow, hurricane-force winds, over 45°C heat, nearly 100% Amazonian humidity, knee-deep mud, exhausted, vomiting, attacked by swarms of insects, but determined that every step forward will pull them closer to their goal.
“We felt it was time we paid our rent for living on this extraordinary planet. 10, 000 years ago the weight of the human population was 1/10 of 1% of all the earth´s biomass, the rest was made up of wild animals. Today humans, our pets and domestic animals make up 96-98%, staggering! We decided to show how we all absolutely depend on the natural world and how amazing it is. That with small steps we can overcome seemingly insurmountable hurdles, that time is running out, but it´s not too late protect it”, says David
“We both love running, it allows you to move through the countryside simply, quickly, quietly, you never know what you might run into: badger cubs stumbling out of a sett, bats flicking over your head at dusk or a swallow returning to find a mate after its incredible journey from South Africa. Your emotions feel raw and alive”, Katharine explains. But the couple were´t professional runners, the longest they had ever run was 45 miles in a Peak District moorland competition. Now they were going to ask their bodies to do something exceptional, run over 5000 miles and they were consumed with worry as to whether it would actually be possible.
“It has been tougher than I could ever have imagined. I remember one night at the beginning, leaving Punta Arenas, Chile, in the dark. Cars and lorries were screeching passed covering us in water, wind howled at our side, our feet and knees were screaming with pain. There was no cover for us to pitch our tent. Finally we spotted the illumination of a house. I plucked up the courage to hobble over and knock on the door, to ask whether we could stay in their garden for the night. They looked at this filthy, saturated figure in the pitch black as if I had two heads and shook their heads. I couldn´t believe it. The reality of what we had taken on was dawning and it wasn´t pleasant,” Katharine recalls.
They have been turned away for being British in Argentina, shown gun and stab wounds by passing motorists, told repeatedly that they would be poisoned by snakes and eaten by jaguars and that they would be violated both physically and sexually in Venezuela. But they have also been shown immense kindness.
“We have been offered food and shelter from the lowliest of night watchmen to one of the largest landowners in the US.A. A shopkeeper in Argentina wouldn´t let us pay and then asked us to share lunch with him. People clap as we pass and constantly stop to give us money in Venezuela. While in Bolivia, the poorest country in South America, people would run after us to ply us with drinks or grapefruits. We never expected this”, said David.
“Then there is spending 24 hours day-on-day with your husband!” laughs Katharine. “At times it became too much; even the South American continent wasn´t large enough for us both! We have been physically and emotionally exhausted, with nowhere to hide. But we now know each other completely and it has been the magical moments such as bathing in cool streams under the Amazon rainforest or watching thousands of fireflies light our way in the Grand Savannah of Venezuela that have got us through and made our relationship stronger than ever”.
Now, some 10,000,000 steps, 10 pairs of demolished shoes, 6,400 miles and 15 months later, having presented to over 1000 school children and raised nearly $10,000 for their conservation charities, the husband and wife team are starting to imagine a life beyond running each day on the 5000mileproject. But first they have a date with the Caribbean Sea.
You can follow Katharine and David’s expedition in Facebook and Twitter and also through their website www.5000mileproject.org .
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Los últimos kilómetros para completar la carrera a lo largo de Sudamérica
El equipo británico de marido y mujer, David y Katharine Lowrie, se encuentra a 7 días y 7 maratones de realizar su sueño de correr el largo de Sudamérica por la vida y las tierras salvajes del continente. Van camino de la meta, el mar Caribe.
Esta puja comenzó el 27 de Julio de 2012, en medio de una tormenta de nieve en el Cabo Froward, el punto más austral del continente, al mismo tiempo que comenzaban las olimpíadas en Londres.
La pareja no ha dejado de correr desde ese día, tirando de su carrito, en el hielo, en la nieve, sacudidos por vientos huracanados, calcinados en temperaturas de más de 45°C, agobiados por 100% de humedad en el Amazonas, hundidos hasta las rodillas en barro, exhaustos, a veces enfermos, atacados por ejércitos de insectos, pero siempre con la determinación de seguir avanzando, paso a paso, hasta concretar su objetivo.
“Decidimos que ya era tiempo de pagar el alquiler por vivir en este planeta extraordinario. Hace 10.000 años, el peso de la población mundial era el 1/10 del 1% de la biomasa de la tierra, el resto consistía en animales salvajes. Hoy los humanos, nuestras mascotas y los animales domésticos, formamos entre el 96 y el 98%. Increíble. Decidimos demostrar que la naturaleza es maravillosa y que absolutamente todos dependemos de ella. Queremos mostrar que con pequeños pasos podemos superar obstáculos que aparecen como imposibles; que el tiempo se acaba, pero que, sin embargo, no es aún demasiado tarde para proteger a la naturaleza”, dice David.
“A los dos nos encanta correr. Correr te permite atravesar paisajes de manera simple, rápida, silenciosa… no sabes con qué te encontrarás: cachorritos de tejones aventurándose fuera de la madriguera, murciélagos sobrevolando alrededor al atardecer, o golondrinas que regresan a buscar sus parejas luego de un viaje increíble desde Sudáfrica. Te sientes vivo, con la emoción a flor de piel”, nos cuenta Katharine.
Pero Katharine y David no son corredores profesionales. La distancia más larga que habían corrido antes fue de 72Km en una carrera en el Distrito de los Lagos en Inglaterra. Con este desafío le estarán pidiendo a sus cuerpos algo excepcional, una carrera de más de 10.000Km, por momentos los consumía la preocupación de pensar si de verdad serían capaces de hacerlo.
Katharine recuerda: “Ha sido más difícil de lo que imaginé. Recuerdo una noche, al principio, saliendo de Punta Arenas en Chile en medio de la oscuridad. Autos y camiones pasaban a toda velocidad por charcos, dejándonos empapados. El viento aullaba a nuestro lado, los pies y las rodillas nos dolían terriblemente. No encontrábamos un cobijo donde poner nuestra tienda. Finalmente vimos, a lo lejos, la luz de una casa. Tomé coraje y llamé a la puerta para pedirles si podíamos poner la tienda en su jardín esa noche.
Por la puerta entreabierta vieron estas dos figuras sucias, agotadas contra el negro de la noche, y dijeron que sí. No lo podía creer. La realidad de lo que habíamos aceptado como desafío empezaba a tomar forma, y no era nada placentera.”En algunos lugares de Argentina fueron rechazados por ser británicos; algunos motoristas les mostraban heridas de bala y de cuchilladas; en otros lugares todos les decían que serían mordidos por víboras venenosas o atacados por jaguares, y que en Venezuela los iban a violar. Pero también recibieron infinita amabilidad.
Dice David, “Nos han ofrecido comida y albergue desde el más pobre de los serenos hasta el más rico de los terratenientes. Hubo un encargado de una tienda en Argentina que no nos quiso dejar pagar por la compra, y no solo eso, nos invitó a comer con él. La gente nos aplaude a nuestro paso, y en Venezuela nos ha pasado que nos paran constantemente para darnos dinero. En Bolivia, el país más pobre de Sudamérica, la gente corría detrás de nosotros para darnos bebidas y pomelos. Jamás imaginamos algo así.”
Y Katharine agrega riéndose: “¡Y además de todo, hay que pasarse las 24 horas con tu marido! ¡A veces la vastedad de Sudamérica no era lo suficientemente grande para los dos! Hemos estado física y emocionalmente exhaustos, y no había dónde esconderse. Ahora podemos decir que nos conocemos a la perfección, y fueron momentos mágicos como bañarnos en ríos frescos bajo la selva amazónica, o tener el camino de la sabana venezolana iluminado por miles de luciérnagas, los que nos han ayudado a sobrellevar las dificultades y a enriquecer y fortalecer aún más nuestro vínculo”.
Ahora, luego de 10 millones de pasos, 10 pares de zapatillas destrozadas, 10.300 Km y 15 meses; habiendo dado presentaciones a más de 1000 niños de escuelas, y recaudado $10.000 para las beneficencias conservacionistas, el equipo de marido y mujer puede empezar a imaginar una vida sin correr una maratón diaria para el 5000mileproiect. Pero antes, tienen que llegar al mar Caribe.
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