Nuestro cuerpo puede ser sensible al efecto de ciertos alimentos, pero pocas personas son conscientes de ello hasta que comienzan a realizar alguna actividad física de manera frecuente. Erróneamente llamada intolerancia a los alimentos, el verdaderos nombre de este problema es inflamación alimentaria y puede afectar tu desempeño deportivo sin saberlo.
Los alimentos nos proveen de la energía necesaria para largas jornadas de entrenamiento. Y aunque el cuerpo humano ha evolucionado aprendiendo a conocerlos y tolerarlos, alguno de ellos o su combinación nos provocan efectos perjudiciales que se hacen presentes cuando el cuerpo se ejercita, como es el caso de algunos tipos de alergias a los alimentos.
De acuerdo con el Dr. Joan Bartra, coordinador del Comité de alergia a alimentos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) en declaraciones dadas a BBC Mundo, «no hay datos epidemiológicos para saber realmente a qué porcentaje de pacientes con alergia a alimentos está asociado el ejercicio, pero lo que sí se sabe es que es más frecuente de los que inicialmente se intuía».
Un 10 por ciento de la población padece de inflamación alimentaria. Esta ocurre cuando en nuestro organismo se supera el umbral de aceptación a uno o más alimentos. Attilio Speciani, experto en Inmunología Clínica y Alergología y profesor en las Universidades de Milán y Bolonia, ha reunido seis grupos de alimentos causantes de la inflamación alimentaria. Problemas gastrointestinales durante el ejercicio, alergias, mala digestión, migraña, picazón o molestias en la piel, dolores musculares o articulares, entre otros pueden ser síntomas de una intolerancia alimentaria y puede estarla provocando -sin saberlo- los alimentos que se consumen de manera cotidiana.
Los compuestos más asociados con la causa de la intolerancia alimentaria y que están presentes en gran cantidad de alimentos son aquellos que tienen en su composición gluten, lactosa y fructosa. La intolerancia a la lactosa se ha reconocido más en los últimos tiempos mientras que en el caso del gluten, este agente desencadena la enfermedad autoinmune conocida como la celiaquía. En los casos en que una persona presenta dificultad para procesar alimentos estamos hablando de una inflamación, siempre que no esté asociada con un tipo de alergia alimentaria.
De igual modo, la inflamación alimentaria también puede afectar de manera notable si ya hay una enfermedad de base como trastornos digestivos, artritis, fibromialgia, dermatitis, problemas de circulación, migrañas, hipertensión arterial o trastornos del ánimo. El hecho de sufrir inflamación al mismo tiempo que tener alguno de estos padecimientos de base puede tener un impacto mayor en la calidad de vida de quien la padece y afectar el rendimiento de la persona si esta practica alguna actividad física no necesariamente extenuante o intensa.
La inflamación alimentaria es reversible. Hoy día existen test que permiten detectarla. Para superarla no hay por qué olvidarse del consumo de estos alimentos de por vida, sino de reeducar a nuestro organismo de modo que, con el tratamiento adecuado, nuestro cuerpo pueda volver a tolerarlos hasta integrarlos a una dieta saludable y variada sin que con ellos tengamos que cambiar nuestro estilo de vida.
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