Hace unas semanas, acudió a mi consulta un paciente masculino de 45 años de edad, quien hace 3 años decidió comenzar con su actividad deportiva a través de la carrera inicialmente de 5, posteriormente de 10 y actualmente de 21 kilómetros. Cuenta con el antecedente de no haber realizado ejercicio por salud por espacio de al menos 15 años, llevando una vida sedentaria, con alcoholismo social y tabaquismo negativo.
El paciente solicitó consulta por un problema común en los corredores, especialmente cuando aumentan la velocidad de su carrera, me refiero a la aquilodinia o dolor en el tendón de Aquiles, que obedece a muchas situaciones que no tocaré en este momento.
Al interrogar a la paciente y comentarle de las causas y objetivos de su padecimiento y tratamiento, respectivamente, me permití interrogar más allá sobre sus hábitos de entrenamiento.
Me comentó que llevaba por su cuenta realizando sesiones intervalicas en donde incluía por supuesto, alta intensidad en la carrera alcanzando frecuencias cardíacas de 90 a 95% aproximadamente de su frecuencia cardiaca máxima.
Me mencionó que esto lo hacia paralelo al programa de entrenamiento que él ya realizaba bajo tutela de su entrenador.
Esta situación me forzó a solicitarle una prueba de esfuerzo máxima así como un electrocardiograma, en la intención de buscar datos de sobrecarga (mayor trabajo) del corazón como un cambio adaptativo crónico al ejercicio de esa naturaleza.
El resultado fue, como esperaba un aumento en el tamaño de las cavidades del corazón (situación esperada y hasta deseada en los corredores especialmente de una de dichas cavidades), pero también encontré un aumento en la pared entre ventrículos que es una adaptación no deseada en el entrenamiento, al menos no en ciertos rangos (los cuales por supuesto excedía mi paciente) y que está directamente asociada a mala adaptación de la carga o estimulo entrenante al sujeto, particularmente con el trabajo a frecuencias cardiacas altas.
El riesgo de presentar dicha alteración es que se presente una cardiomiopatía dilatada que hace al corazón ineficiente para su trabajo con consecuencias que pueden llegar incluso a situaciones trágicas.
Con lo anterior quiero poner el acento en la necesidad de rodearse de un equipo colaborativo de profesionales que estén al tanto de tu salud mientras te acercas a los límites extraordinarios que ofrece el ejercicio y particularmente el deporte.
Soy Ricardo Quezada Médico Cirujano (UNAM) especialista en medicina del deporte (IPN) Especialista en medicina de rehabilitacion (UNAM/INR) coordinador del diplomado ejercicio y salud; titular de las materias Anatomía, Fisiología del ejercicio y fisiología articular en el IPETH (Puebla Mexico). Jefe de servicio del área de Rehabilitación en un Hospital Público en Puebla y Consulto Rehabilitación Deportiva en el recién nacido y nuevo proyecto Sporthabilia. Soy un apasionado del baloncesto, deporte que jugué por casi 20 años asi como del Rock.
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