Periostitis Tibial, ¿Y ahora qué hago? (2/2)

Escrito por: Ricardo Quezada

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A PROPOSITO DE “LAS ONDAS DE CHOQUE”

Ahora, dicho todo lo anterior, es imperativo mencionar algo sobre las terapias emergentes en un intento de aclarar situaciones que pueden confundir al paciente.

Hoy quiero referirme a una de las tendencias más novedosas al menos en Latinoamérica, me refiero a las “ondas de choque”.

Quiero mencionar que este método, si bien novedoso en el ámbito deportivo, no es tan joven como imaginamos, pues por inicios de los años 80 se utilizaba ya para otros fines. Es una técnica de la que se habla mucho y se comparan efectos que a veces parecen contradictorios, lo que genera una gran cantidad de “fieles” y detractores de la misma. Estas controversias resultan sobre todo de la confusión, derivada esta de entender que todos los equipos vendidos como “ondas de choque” son lo mismo. Nada más lejano de la verdad, pues existen de manera general dos vertientes, aquellas de alta energía y las de baja energía. Ambas generan cambios importantes en la percepción del dolor, la reparación de los tejidos y desatan procesos inflamatorios que bien controlados son adecuados en la promoción de la curación de ciertas lesiones.

Comprendiendo lo anterior y tratando de ofrecer una alternativa en el manejo del síndrome de estrés tibial medial, quiero comentarles que los resultados basados en estudios científicos serios (véanse los trabajos de Rompe y sus colaboradores), se puede decir que con las técnicas asociadas a las “ondas de choque” (radiales) y de baja energía se ha conseguido disminuir la percepción de dolor al corto plazo 2 a 3 semanas después de su aplicación a razón de una aplicación cada 7 días.

Sin embargo, aún no sabemos si esta mejoría se debe a una mejoría en el umbral del dolor o a una verdadera reparación del tejido afectado. No obstante, es interesante mencionar que se observa una luz en el horizonte y se abren brechas para la investigación sobre los procesos de reparación en los tejidos afectados por este complejo patológico; estableciéndose, desde mi punto de vista, lo siguiente: debemos tratar integralmente al atleta (con todos los elementos mencionados en el artículo anterior) y podemos agregar esta nueva herramienta que parece mejorar el curso de la enfermedad, al menos en su sintomatología, procurando buscar ayuda también en la remodelación del tejido, sin olvidarnos de dar un seguimiento estrecho a nuestros pacientes.

Y qué tal si para terminar con un trote de recuperación, nos permitimos escuchar a Bersuit con su clásico Un Pacto.

Lee la primera parte de este artículo aquí: Periostitis Tibial, ¿Y ahora qué hago? (1/1) | http://soymr.info/1gnUL83

Foto: www.swissdolorclastacademy.com

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