Imaginemos una carrera a través de un kilometro de distancia o si medimos en millas a través de una milla. Te has preguntado, ¿Cuántos pasos diste? La respuesta es aproximadamente 1000 a 1600 pasos respectivamente. Imaginemos también los tiempos de contacto del pie con el suelo, los fenómenos de pronación y los tiempos de la misma. Asimismo pensemos que, según la velocidad de carrera, se impactarán entre 4 a 6 veces (o más) el peso corporal del individuo sobre la superficie de carrera.
Esto me lleva a pensar en diferentes escenarios, que podríamos ir desarrollando en posteriores entradas.
¿Un impacto repetido y de esa magnitud, sería prudente recomendarla en un individuo con sobrepeso a expensas de tejido inactivo (grasa)?
¿Cuál sería un buen nivel de tejido graso o muscular para ser candidato a correr?
¿Existe un daño en algún tejido además del osteomioarticular por tales impactos?
Sobre esta último interrogante-sin que los otros no me llamen la atención- es que quiero centrar mi atención; en un interesante artículo se presenta el daño que un tejido puede sufrir con los impactos continuados que se observan en la carrera.
El tejido al que hago mención es el hemático; la sangre para ser más claro. Y es que debemos recordar que la sangre incluye células de reparación y respuesta inflamatoria y de transporte de oxígeno (lo describo de manera por supuesto, muy general).
El transporte de oxígeno requiere la entrega por parte del eritrocito o glóbulo rojo de su molécula de oxígeno a los tejidos carentes del mismo a través de procesos de difusión. La entrega es realizada directamente por el glóbulo rojo de una manera muy íntima, pues la velocidad del eritrocito disminuye mucho en función también del estrechamiento del vaso sanguíneo transportador (capilar) permitiendo así un aporte de oxígeno óptimo.
Es bien conocido que los impactos de la carrera generan una destrucción de los glóbulos rojos cuando estos pasan por las diferentes zonas del pie asociadas con la toma de piso del pie durante la carrera. Esto se ha demostrado al observar valores de ciertos marcadores de destrucción de glóbulos rojos antes y después de la carrera.
El articulo por Janakiraman en el 2011 en la revista SMARTT, demuestra que el uso de plantillas disminuye dicha destrucción y sobre todo si dichas plantillas son rígidas; es decir, se encuentran en un nivel de dureza del 44 al 49 en la escala de dureza de materiales para plantillas conocida como SHORE.
Con lo anterior pretendo hacer notar que la carrera en sí misma es un potencial generador de beneficios en diferentes cualidades determinantes, pero también un potencial generador de daño que debe ser previsto para tomar medidas en consecuencia.
Soy Ricardo Quezada Médico Cirujano (UNAM) especialista en medicina del deporte (IPN) Especialista en medicina de rehabilitacion (UNAM/INR) coordinador del diplomado ejercicio y salud; titular de las materias Anatomía, Fisiología del ejercicio y fisiología articular en el IPETH (Puebla Mexico). Jefe de servicio del área de Rehabilitación en un Hospital Público en Puebla y Consulto Rehabilitación Deportiva en el recién nacido y nuevo proyecto Sporthabilia. Soy un apasionado del baloncesto, deporte que jugué por casi 20 años asi como del Rock.
Muy interesante! Muchas gracias por compartir esta información.