Cada mañana Otto Mond sale de la cama y corre un mini maratón en casa.
Con un trote suave inicia un recorrido de exactamente 500 pasos, todos divididos en cinco pequeños circuitos de 100 pasos cada uno dentro su apartamento de la zona oeste: alrededor de la mesa del café, luego la mesa del comedor e ida y vuelta por el pasillo. Así lo hace.
“Correr un maratón es puramente mental”, dice el Sr. Mond, quien además hace el trabajo sobre el asfalto acumulando docenas de millas corriendo al lado del río Hudson.
El Sr. Mond ha participado y completado 18 maratones de Nueva York, además de muchos otros en diversas ciudades del país de los cuales confiesa haber perdido la cuenta, pues han sido 30 años de correr uno tras otro.
Planea terminar otro maratón el próximo 4 de noviembre de 2012 como uno de los 36 participantes de la categoría de 80 años o más en el ING New York City Marathon.
Hay muchos otros que corren más rápido -El mejor tiempo del Sr. Mond es de 4 horas y 29 minutos y más recientemente su tiempo ha superado las 6 horas- pero esos corredores se han visto afectados por lesiones que a él nunca se le han presentado, y asegura que jamás ha fallado en completar un maratón.
“Siempre he tenido una alta tolerancia al dolor” afirma. “Nunca puedo entrenar lo demasiado”.
Cada vez que completa otra carrera de 26.2 millas, recibe otra medalla que deposita en una caja de zapatos (New Balance, talla 11) que guarda en su apartamento junto con una gran bolsa llena de todas las camisas de las carreras y álbumes de fotos de las llegadas.
El Sr. Mond, quien tiene 4 hijos y 10 nietos, no quiere un conjunto de animación. De hecho, lo encuentra tedioso, todo el alboroto sobre él y sus maratones. Él simplemente los corre. No hay estrategia elaborada.
“¿Estrategia? Mi única estrategia es: Empezar despacio y terminar.” dijo, repitiendo una frase que su esposa mandó a colocar en un brazalete de identificación que le hizo empezar a usar este año.
Empezó a correr hace 40 años, principalmente porque uno de los consejos más importantes de su padre fue que evitara los doctores y hospitales.
“Él solía decir: Sólo quieren practicar en tí como un experimento” añadió el Sr. Mond, que pasó varios años participando en carrera de 5 y 10 kilómetros. Corrió su primer Maratón de Nueva York en 1991 cuando él y su esposa vivían en el condado Rockland de la misma ciudad.
“Nueva York no es como ningún otro maratón. Es mágico.” aseguró. Las personas te animan a seguir. Cada vecindario y cada grupo étnico divide la ruta en secciones que al terminar una empieza la otra, y la otra y la otra.”
Todo esto lo explicó mientras corría por el Central Park acompañado de Phyllis Roth, su compañera de carreras que afirma que también correrán el año que viene juntos.
“Un año a la vez”, dijo el Sr. Mond.
Fuente: www.nytimes.com
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