Por Cristian Sieveking V., corredor y columnista PuroFondo
Llegamos con Nahila Hernández y un pequeño grupo de chilenos a Rapa Nui, isla mágica en medio del mundo, donde no hay tierra a menos de 3.500 kilómetros a la redonda; es una rara sensación, además que la isla es relativamente chica.
Todos saben lo que esta isla representa en términos arqueológicos, y conocíamos sobre los misteriosos Moais que dan la espalda al océano, impertérritos por siglos… Cuando los vi y estuve cerca de ellos -luego de haber visto las canteras del Rano Raraku, el tamaño de las estatuas y la distancias que los transportaron-, da un poco de risa escuchar las explicaciones sobre cómo lo hicieron.
Pero, nuestro objetivo en la isla esta vez era algo más que los Moais y su historia: estábamos ahí para hacer el Grand Trail de 80 kilómetros con navegación (también hubo distancias de 20 y 40 kilómetros).
Para mí, lo más complicado era correr con el calor y humedad característicos del clima de la isla. Nahila, que es cubana, estaba en su hábitat natural, feliz con el clima.
Esta carrera es de autosuficiencia y orientación, por lo que, el día anterior, hicimos un estudio del recorrido y dejamos agua en lugares estratégicos ya que Nahila toma mucho líquido, por lo general… Finalmente, el que necesitó el agua fui yo, pero en fin…
La carrera partió a las 09:00 horas. Salimos hacia el primer PC en el Rano Kau, después al segundo en el borde del cráter, para luego enfilar por el lado este de la isla hasta el Poike, pasando por el PC 3 en la base de la pista de aviación. El PC 4 estaba a mitad de camino y el PC 5 en el Tongariki (los 15 Moais). Luego, subimos un cerro en el Poike para después ir hacia Anakena donde estaría el PC 7. Este camino lo hicimos por la costa, a orillas del mar con unos colores increíbles. La humedad ya estaba causándome serios problemas. Una vez que pasamos Hanga Roa, teníamos una botella escondida, me la tomé casi toda yo solo, y unos isleños que estaban de picnic nos ofrecieron hielo, el que aceptamos gustosos. De ahí, salimos en dirección a Hanga Roa pero antes teníamos que subir el Terevaka después del PC 8, y la subida fue brutal: más de 400 metros, en apenas un kilómetro.
A estas alturas, ya estaba bastante mal por la humedad. En mí esto se manifiesta con un genio de los mil demonios; Nahila tuvo que soportar por muchos kilómetros mi estado de ánimo deplorable. Ella es más rápida que yo, y sólo porque tenía su rodilla inflamada, pudo conocer mi lado oscuro.
Luego del ansiado PC 10 sólo faltaba llegar a la meta. En general, la ruta tenía lugares muy complicados con piedras tapadas de vegetación lo que la hacía más difícil pasadas las 22:15 horas. Cruzamos la meta luego de un día espectacular, sintiéndonos muy privilegiados por haber tenido la oportunidad de correr ahí. Nahila, a pesar de ser isleña, nunca había corrido una ultra con vista al mar. Fue un día redondo, en todo sentido: ella ganó en las damas y yo mi categoría. El hecho de que hayamos corrido solos no le quita merito, porque para estar en el podio había que correr la distancia (esto lo que les digo a mis hijos cuando se ríen de mí, porque termino primero de uno…).
Una vez más, quiero agradecer el apoyo de nuestros auspiciadores: Aguas Andinas y Volkswagen.
¡Correr no es un deporte, es un estilo de vida!
Revista PuroFondo es una publicación deportiva consolidada en Chile. Difundimos los principales eventos nacionales e internacionales, para motivar la práctica de la actividad deportiva y especializar a quiénes ya realizan alguna de las disciplinas que tratamos: running, ciclismo y triatlón. Apuntamos a entretener e informar, siempre considerando novedades en equipamiento, nuevos desafíos, promoción de teams y clubes, relatos en primera persona, y salud deportiva. Los invitamos a conocer nuestras ediciones en www.purofondo.cl
0 comentarios