A simple vista, cualquiera podría decir que los niños tienen toda la vida por delante, pero para una parte de la población infantil no es así. Los menores con sobrepeso u obesos tienen sobre ellos una grave amenaza que crece conforme aumentan de peso y se vuelven más sedentarios.
La causa fundamental de la obesidad es un desequilibrio energético entre calorías consumidas y gastadas. Si no se cambian hábitos alimenticios y se retoma la actividad física, la obesidad puede ser mortal incluso para los niños.
Así lo reveló un estudio de la Asociación Estadounidense del Corazón en el que participaron investigadores de la Universidad de Kansas. Ellos analizaron la arteria que lleva la sangre al cerebro de un grupo de 70 niños, la mayoría obesos con un promedio de edad de 13 años. Los resultados fueron alarmantes.
La directora del estudio, la doctora Geetha Raghueveer, explica que “se descubrió que el estado en que se encontraban sus arterias era más típico de personas de 45 años. Esto lo que indica es que la obesidad infantil debe alertar a los médicos de que un niño puede tener alto riesgo de desarrollar enfermedades del corazón”.
Esta situación es preocupante. La Organización Mundial de la Salud calcula que, en 2010 el mundo registró 42 millones de niños con sobrepeso, de los que cerca de 35 millones viven en países en desarrollo. En Venezuela, el 6.4% de la población infantil sufre de obesidad. Peor aún, esta organización advirtió en su último informe de estadísticas de salud que 200 adultos, entre los 30 y 70 años, murieron en 2008 por problemas cardiovasculares o diabetes. Muchos comenzaron a desarrollar esas enfermedades desde la niñez.
El pediatra endocrinólogo nicaragüense, Enrique Medina, insiste en que “gordito no es lo mismo a sanito. Existe evidencia de que un niño obeso no es sinónimo de sano, pues el sobrepeso en edad temprana no es más que el inicio de una serie de complicaciones importantes para su salud, que se irán incrementando hasta llegar a la edad adulta”.
La mejor forma de saber si sus hijos crecen con el peso promedio recomendado por la OMS es llevar un control de su peso y compararlo con el cuadro adjunto.
Múltiples factores
Se sabe que la causa fundamental de la obesidad es un desequilibrio energético entre calorías consumidas y gastadas. La forma ideal de alcanzar ese balance es con una dieta que involucre todos los grupos de alimentos e incluya la actividad física. El consenso científico es que no existe un alimento que, por sí solo, sea el causante de la obesidad. Por eso se insiste en hablar de buenos hábitos alimenticios y de vidas activas y saludables.
El Dr. Medina explica que “no hay alimentos buenos o malos, sino dietas mal balanceadas” y agrega que “al aumentar los niveles de actividad física, solo beneficios se verán a corto y largo plazo. Lo ideal sería que nuestros hijos incorporaran la actividad física como parte de sus actividades cotidianas como ya lo son comer, vestirse, lavarse los dientes. De esta manera, se volverá parte de su rutina, probablemente para el resto de su vida. En esto la mayor responsabilidad es de los padres y luego de las instituciones educativas”.
Hay otros factores como los genéticos y psicológicos en los que hay métodos para trabajar con la persona y así alcanzar el balance, de acuerdo a sus posibilidades. Cualquiera que sea la causa, existe un amplio consenso de que lo más importante es visitar a un médico o nutricionista una vez que aparezcan esos rollitos en el abdomen de sus hijos.
“Debemos conocer los niveles de concentración de la grasa en los órganos de los niños, esto es indispensable para determinar el grado de afectación en sus arterias”, explica el Dr. Medina.
Un vistazo interno
Las pruebas de sangre se convierten en aliadas de los expertos y las familias para determinar el estado de las arterias de los niños con sobrepeso. Para muchos podrían parecer sólo números y no los comprendan pero hay tres elementos que todo padre y madre deben manejar:
- Colesterol: es una sustancia suave, parecida a la grasa, que se encuentra en el flujo sanguíneo y en todas las células de su cuerpo. Las grasas saturadas, grasas trans y el colesterol que come pueden elevar su nivel de colesterol en la sangre. Tener demasiado colesterol en su sangre puede llevar a un mayor riesgo de sufrir una enfermedad del corazón o un ataque cerebral.
- Colesterol HDL: es el colesterol “bueno” porque parece disminuir el riesgo de ataque al corazón y al cerebro. Esto significa que, a diferencia de otros niveles de colesterol, mientras más elevado sea el colesterol HDL, mejor. Usted puede elevar su colesterol HDL bajando el peso adicional y siendo más activo físicamente.
- Colesterol LDL: a menudo es llamado “colesterol malo”. Suele unirse con grasas y otras sustancias y acumularse en las paredes internas de sus arterias. Las arterias pueden taparse y encogerse.
Si fomenta una alimentación balanceada en sus hijos y los motiva a que realicen actividad física constantemente, los niveles de colesterol “bueno” y “malo” deberían mantenerse dentro de los parámetros saludables para la edad de su hijo.
La Dra. Raghuveer, de la Universidad de Kansas, insiste en la importancia de las pruebas sanguíneas regulares para evitar que la grasa se acumule demasiado en las arterias de los niños, sin que nadie se percate de ello. Al respecto afirma que “el daño en las arterias lo podemos detectar de inmediato con estas pruebas de sangre y así empezar a modificar los hábitos alimenticios e incluir la dosis que haga falta de ejercicio”.
El cuadro que se muestra a continuación determina los niveles normales y los riesgosos de colesterol en la sangre.
Prevenga un daño en las arterias de sus hijos y garantíceles un mejor futuro. Recuerde que mucho de los que usted haga ahora, ellos se lo agradecerán después.
Dr. Medina
Médico y Cirujano Universidad Nacional Autónoma, Nicaragua. Estudios Superiores Pediatría Universidad de Montpellier I, Francia. Presidente Asociación Nicaragüense Endocrinología Diabetes y Obesidad (ANE) hasta mayo de 2011.
Foto y Fuente: Proa Comunicaciones
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