Es común en el atleta de largo historial, es decir, aquel que lleva años practicando de manera regular una actividad física, conoce su cuerpo y los cambios que en él se presentan; que acuda al consultorio y pregunte Por qué a pesar de entrenar de la misma forma, su cuerpo responde de una manera menos espectacular al entrenamiento?
Con la pregunta anterior me permito responder no a uno, sino a muchos atletas que observan con pena cómo su cuerpo se “adapta menos” a las cargas impuestas durante el entrenamiento.
Daré una breve lista de estas características funcionales que con el envejecimiento se van deteriorando y a continuación y de manera muy breve su repercusión en el rendimiento motor:
Disminución de la frecuencia cardiaca máxima: la repercusión obvia es la pérdida de capacidad de un individuo para alcanzar esfuerzos intensos en presencia de oxígeno.
Disminución del gasto cardiaco: que se refiere a la cantidad de sangre expulsada por el corazón cada minuto. Imaginemos que una menor cantidad de flujo sanguíneo por minuto disminuirá la cantidad de transporte de oxígeno para el ejercicio.
Aumento de la presión sanguínea en reposo y durante el ejercicio: esta circunstancia derivada de la pérdida de elasticidad de los vasos sanguíneos, limita en definitiva la posibilidad de transporte de oxígeno a los tejidos además de aumentar el riesgo de enfermedades vasculares.
Disminución del consumo máximo de oxígeno: relacionado con los ítems anteriores y otros que mencionaré a continuación, condiciona una pérdida neta en el rendimiento deportivo al disminuir la cantidad de oxígeno con que los tejidos realizan sus procesos, incluidos los músculos que generan movimiento.
Disminución de la capacidad vital pulmonar: se refiere a la pérdida de la capacidad de los pulmones para movilizar volúmenes altos de oxígeno entre una inspiración máxima y una espiración máxima. Con esto quiero referirme a la limitación en el oxígeno disponible para transportar a los tejidos.
Disminución en los tiempos de reacción: tiene que ver con una pérdida de las cualidades neuromusculares que limitarán la posibilidad de responder con rapidez a estímulos visuales o sonoros por ejemplo.
Disminución en la fuerza muscular: se refiere a una menor eficiencia para el trabajo relacionado con el movimiento.
Disminución en la masa ósea: que no sólo se refiere al aumento en el riesgo de fracturas, sino también en una limitación en el aporte de minerales que el hueso aporta para realizar procesos en los tejidos. Un ejemplo de esto es la importancia del calcio en los procesos de contracción muscular.
Disminución en la flexibilidad: por alteración en las cualidades estructurales del colágeno entre otras moléculas que expone a lesiones y limita los fenómenos de fuerza elástica derivada de proteínas como la titina.
Aumento de la grasa corporal: que disminuye el tejido activo de manera proporcional y aumenta el trabajo relativo a nivel muscular
Aumento de los tiempos de recuperación: relacionado por ejemplo con la capacidad del corazón para regresar a valores basales (de reposo) después de un estímulo motor, generando esto una limitación en la posibilidad de reintegrarse al siguiente estímulo motor planificado.
Así es que con estos datos y sin un afán de entristecer a muchos amigos, pacientes y atletas mayores, espero que seamos tolerantes con nuestro propio cuerpo.
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Soy Ricardo Quezada Médico Cirujano (UNAM) especialista en medicina del deporte (IPN) Especialista en medicina de rehabilitacion (UNAM/INR) coordinador del diplomado ejercicio y salud; titular de las materias Anatomía, Fisiología del ejercicio y fisiología articular en el IPETH (Puebla Mexico). Jefe de servicio del área de Rehabilitación en un Hospital Público en Puebla y Consulto Rehabilitación Deportiva en el recién nacido y nuevo proyecto Sporthabilia. Soy un apasionado del baloncesto, deporte que jugué por casi 20 años asi como del Rock.
De acuerdo, y de ahí la importancia de entender que la comparación más sana es con respecto a nosotros mismos… al hacerla con alguien más habría que considerar muchos aspectos empezando por la genética.
De acuerdo con el último comentario
Pero con relación al primero de ellos en donde se habla de no presentar ninguna alteracion de las mencionadas, si bien es una posibilidad (pequeña pero posibilidad al fin)
La pregunta es ¿Cómo sabemos que nuestras capacidades han o no disminuido con la edad?
Realmente tenemos parámetros cuantitativos claros con los que al valorarlo al día de hoy podas hacer una comparación estricta?
Es decir, no dudo que existan personas con capacidades impresionantes a pesar de una edad avanzada, pero si lográsemos retroceder en el tiempo y evaluar a dicho individuo en un momento de juventud es posible que nos asombremos de las capacidades que tuvo (tiene en ese hipotético pasado) es decir sería fácil demostrar que en la mayoría de los casos se observaría un mayor rendimiento motor en ciertas etapas de juventud y vida media de los individuos.
Gracias por sus comentarios, enriquecen el foro
80 horas a la semana…??? Si trota los 7 dias de la semana, tendría que hacerlo por 11 horas y 26 minutos diarios; Si trota 6 y descansa 1 (que buena falta le haría…), serían 13 horas y 20 minutos diarios de trote, para los que no captan la dimensión de «80 horas a la semana», eso es equivalente a trotar medio dia TODOS los dias…. Por lo cual creo que simplemente se «coló» un cero de más.
Bien por el joven de 78 en mantener la regularidad en sus entrenamientos.
tengo un amigo doctor de 78años que es trotador 80 horas a la semana y noto que el no presenta ningunas de esas manifestaciones al adversa a sus entrenamientos. o serà que el estarà en ese porcentaje minimo…